Imagina llegar a casa y sentir que, por fin, el mundo se detiene.
En medio de la huerta de Orihuela, sobre una parcela de más de 1.200 m², se alza esta propiedad de casi 500 m² que redefine lo que significa vivir con calma, espacio y alma. Aquí, cada día empieza con el aroma de la tierra húmeda, el sonido suave del viento entre los árboles y ese silencio que no pesa… que abraza.
Al cruzar el porche principal, el exterior queda atrás y aparece una sensación de hogar difícil de explicar, pero fácil de reconocer. El salón comedor, amplio, luminoso y presidido por una chimenea que enmarca los inviernos, se convierte en el corazón cálido de la casa. A su lado, una cocina independiente pensada para cocinar sin prisa, para conversar mientras se guisa, para disfrutar.
La vivienda ofrece cuatro habitaciones diseñadas para el descanso profundo. Una de ellas, con baño en suite, se transforma en un oasis privado donde retirarse al final del día. Además, la propiedad cuenta con un garaje que es mucho más que un garaje: un espacio con salón-cocina, gimnasio, despacho y una zona amplia para los coches. Todo organizado para que cada miembro de la familia tenga su rincón, su propósito, su refugio.
Cuando llueve, la casa entera se vuelve un abrazo.
Cuando sale el sol… la vida se expande hacia fuera.
La piscina privada, la barbacoa, los árboles que proyectan sombra y memoria, los dos porches que invitan a sobremesas infinitas, y el espacio cubierto para aparcar completan un exterior que está pensado para reunirse, celebrar, crear recuerdos y simplemente vivir.
Esta no es una casa más.
Es un lugar que te recoge, que te escucha, que te devuelve a lo esencial.
¿Y si este fuera el lugar donde, por fin, todo encaja?
Ven a sentirlo.
Camina por su tierra, enciende la chimenea, escucha el silencio.
Porque hay casas que no se visitan: se viven.
Contáctanos y da el primer paso hacia tu refugio.